Lengua 5º Año.

Jueves 19/11/2020

Esta semana estamos cerrando el año con quienes han podido sostener el trabajo que hemos propuesto para esta coyuntura atípica. No me gustaría dejar pasar la oportunidad de tener un nuevo encuentro, conversar sobre las últimas clases y dialogar sobre las dudas o consultas que puedan tener. Por eso les propongo encontrarnos un rato, 40 minutos - 1 hora, el día jueves 19/11/2020 a las 19 hs.
Comparto el enlace a la reunión Meet:


Un abrazo y espero que puedan conectarse.

Unidad Nro. 1

Escritura y vida.

Clase Nro. 9 – 10/11/2020

Actividades. Fecha de entrega: 17/11/2020 - Pueden elegir una de las dos propuestas: Autoficción o Autorretrato.

Opción 1) Autoficción

En la clase anterior, trabajamos con el diario de Abelardo Castillo y pudimos reconocer el valor de estos textos en los que convergen la serie literaria y la histórica social.

En esta oportunidad, presentaremos la autoficción en la que, a diferencia de la autobiografía, el pacto con el lector presupone que lo que cuenta el narrador es en parte cierto y, en parte, como nombres de otros personajes y lugares, pueden encontrarse modificados. No así el nombre del narrador que debe coincidir con el del autor.

Recordemos que el pacto autobiográfico establece que los datos que un autor escriba en un texto sobre su vida son verdaderos y el pacto novelesco establece, de hecho, lo contrario, ya que el novelista se distancia y se invita tácitamente al lector a que lea el texto como si fuera verdadero (verosimilitud), pese a que sea consciente de esta simulación.

Como exponente de la autoficción, seleccionamos un capítulo de 112, de Marianela Luna, para que trabajen de manera individual.

 Actividades:

1.    Leer el capítulo “Laprida y Viamonte”

 

Laprida y Viamonte

 

¿NO SACASTE EL TURNO AL FINAL?

 

-No, todavía no. Me colgué.

-Pero me prometiste que lo ibas a hacer.

-Sí, bueno. Lo voy a hacer. Me demoré nomás en...

-Es que vos entendés que si me mentís con algo tan simple como un turno al neumonólogo entonces no puedo confiar en vos?

 -Bueno, tampoco la pavada. No es que te mentí…

 -Si querés que crea en tu palabra, empezá por cumplir lo que decís.

 

Pancho se fue de casa dando un portazo y me invadió la confusión. No lograba explicarme cómo algo tan absurdopodía enojarlo tanto. Pero lejos de ver la incoherencia de su discurso, terminaba convenciéndome de que la equivocada era yo. Como todo manipulador, su reconocido carisma y convicción a la hora de opinar hacen de cada una de sus palabras una revelación. A los veinte años y tras mi segunda decepción amorosa -el segundo divorciode mamá y mi primera separación- necesitaba que una nueva verdad me mantuviera en pie. Que los cimientos que comenzaban a fijarse lo hicieran lo antes posible, sin importar cuán pobres fuesen en esencia. Lo peligroso de la urgencia es que desconoce de cuidados, y ese descuido nunca es inocente si quien lo aprovecha disfruta ver su marca en el moldeado del otro. Pancho fue ese molde r amor y la desesperación, como tales, dieron lugar al peor de los manoseos: el moral. Si es cierta la conexión directa que establece la medicina china entre el cuerpo y la mente, mi escoliosis en la zona sacrolumbar pudo deberse a precariedad de las bases sobre las que intenté el amor.

 

Tras cortar con Julián por segunda vez (volvimos a intentarlo luego de que aparentemente lo suyo con la skater no funcionara) porque no me daba pelota y en cambio se la pasaba jugando al World of Warcraft o ensayando con su batería muda (así le decía a su batería electrónica), empecé a trabajar en un call center donde conocí a Pancho. Lo había fichado una tarde lluviosa de domingo. Disfrutaba trabajar esos días por el pago doble pero, también, porque reemplazaba la tristeza de domingo por Team Goals que, cuando los alcanzaba, me inyectaban una edulcorada satisfacción. No sabía su nombre pero podía reconocerlo fácilmente por la manera en que entraba a cualquier lugar: ruidoso, fresco y espontáneo en el saludo. Con una sonrisa en la cara si estaba en un buen día a las patadas e insultos si algo lo fastidiaba. Todos querían al Pancho por su, de a ratos, aniñada personalidad y falta de filtro - y a veces tacto-. Aunque muchos, en el fondo, preferían no tenerlo contra y lo trataban con un respeto muy cercano al miedo. Su team estaba a cuatro filas de boxes del mío. Y aún así, en medio de todo el barullo y a cuatro hileras de frustraciones, su inconfundible vozarrón pisoteaba todo ruido hasta llegar a mi box. Le pregunté por él a mi supervisor, cómplice y compinche y me dijo todo lo que sabía:

 

-Chequeé todas mis fuentes, mi vida. Se llama Francisco, acaba de volver a Rosario después de ocho años en Estados Unidos. Pero no me gusta para vos…

-No te puedo creer…¿Posta? Se llama como mi papá. ¡Qué garrón!

-Sí,  igual no lo decía por eso. Ni sabía el nombre de tu viejo. Te lo digo porque está casado. Y peor todavía esperando un hijo.

-Uf. ¿En serio me decís?

-Ya fue, gordi. Hay quinientos chabones laburando acá.No te bajonees.

 

De entrada asumí la derrota. O al menos lo fingí, acaso mintiéndome a mí misma. Como buena estratega, la primera movida fue acercarme a su mejor amigo en el trabajo: Leonel. Una tarde, por fin, nuestros recreos coincidieron у hablamos los tres por primera vez. Nos reímos y le sacamos mano a un pibe que hacía unos meses lo habían ascendido a asistente de piso y, desde entonces, había dejado de juntarse con sus compañeros. Despreciar a las mismas personas es el indicador de compatibilidades en que más confío. Viendo que sólo estaban unos minutos del fugaz break, me arriesgué:

 

-Si quieren, a la salida los alcanzo. No sé bien por dónde de viven pero yo estoy en auto y voy para el lado de Cochabamba y Roca, por ahora. En un mes me mudo a Laprida y Viamonte.

-¿Posta? Yo vivo a una cuadra - dijo Pancho llevando su mano izquierda al pecho, enfatizando Maipú y La Paz -dijo la primera persona en la alianza que descubrí reluciente en su anular.

Recuerdo contraer los glúteos de los nervios. Mezcla de tristeza e ilusión. Casi melancolía.

            -¡Qué loco! Vamos a ser vecinos entonces -festejé.

-Pegué remisera. Jeje... -replicó haciéndose el pícaro. Apenas se hicieron las doce, me deslogueé y corrí hastala puerta para no perderlo de vista. Por supuesto, logré que pareciera casual. A esa hora terminan casi todos los turnos y era habitual que se juntaran, por teams, a tomar una cerveza en el mini de enfrente.

-Bueno,¿vamos? -me adelanté apenas lo vi.

-De una. Vamos. Estoy esperando a que Leonel salga. El vive a unas cuadras de casa, ¿lo tiramos?

-Sí, obvio.

Hicimos unas cuadras hablando de las calls del día. Parte de juntarse con compañeros de un call center, es hacercatarsis a la salida, criticando y haciendo un ranking de las peores llamadas. En el auto sonaba Violadores del Verso, un grupo de rap español que me había hecho escuchar mi amigo Lio al regresar de Barcelona.

-¿Qué es esto que estamos escuchando? Está bueno, ¿te gusta el rap?

-Sí. Bah, no conozco mucho pero este grupo me encanta.

-Ah, de una. Yo escucho rap pero más del sur de Miami. Yo viví un tiempo allá y crecí con eso.

-Ah, mirá vos. ¿Tipo Lil Wayne o de ese estilo?

-Sí, qué sé yo. No tan monótono, un toque más para arriba... Como más fiestero - agregó con un guiño que enseguida prejuzgue.

-Claro...el del chabón en auto caro con minita perreando al lado. Sí, ya sé. Está bueno también. A mí me gusta un toque más cuando denuncian algo o tienen contenido.Che, ¿dónde vive Leonel?

-Acá en la esquina está bien. Dejalo acá, demasiado quelo trajimos. Jaja.

-Callate, gil -dijo Leonel rompiendo el silencio después de largo rato.

-Callate vos, pajero.Bajate ya acá que llego tarde y mi vieja ya me puso la mesa para comer.

-Ay, él. Su mamita le cocina la cena.

-¿Qué decís, pelotudo? Tomatela antes que me baje y te surta, muñeco.

-Chau, Mane. Mane era tu nombre, ¿no?

-Sí, sí. Chau. Jeje. Nos vemos -la risa incómoda no me dejó decir más. El trato entre ellos me desconcertaba. De a ratos se trenzaban a golpes o se insultaban hasta dejar crocante el ambiente. Pero decían que estaba todo bien, que entre machos se odian así. Y como si nada, se abrazaban y cada uno seguía su rumbo. De haber congelado y analizado esa escena en mi cabeza, podría haber burlado el destino y sortear decenas de dramas. En este diálogo, radiografía de su psiquis, debí haber advertido lo que más tarde vendría en mi contra. La más feroz misoginia y una agresividad revestida de carisma. Nadie que lo conociera podría olvidarlo alguna vez. Era "el pancho", "el yankee", a cualquier lado que iba encontraba o hacia conocidos.

 A los dos meses de ese aventón, comenzamos a salir. Me explicó que estaba casado con una colombiana por los papeles, pero que no seguía enamorado. Y que tenía una hija en camino por la que daba su vida. Que se había mandado cagadas allá y había preferido rajar a ser deportado. Que sufría todas las noches pensando en la nena y la distancia. La imaginaba creciendo sin él y lo torturaba pensar que le diría "papá" a otro tipo, "algún macho de su madre". Lo sacaba de quicio, le daban ganas de romper todo. Cada tanto pensaba en mandarse alguna cosa para juntar guita y arreglar la casa de su familia, “que la vieja está grande y no quiero que la pase mal". Pero temía arruinarlo y terminar en cana, sería peor para la vieja que seguir con la casa sin restaurar. Todo se trataba de la nena y la vieja. Y pese a sus modos -exabruptos-, me conmovía que un chabón de veintiún años con tanto quilombo encima, tuviera a ellas dos de prioridad y una sonrisa a donde fuese. Me enamoré de sus preocupaciones y, sin darme cuenta, me dejé convertir en la compañera que él quería. De a ratos, también,la minita que perreaba a su lado.

Al cuarto mes, me mudé y entre mis bolsos, filtró algún que otro boxer, remera y desodorante. Al quinto mes, la convivencia era un hecho. También los problemas. Una tarde, volví al departamento y me encontré con el primer episodio oficial de nuestra novela. Abrí la puerta y vi el suelo repleto de papeles rotos. En cámara lenta, dejé mi bolso y comencé a recogerlos. Al segundo pedacito reconocí la letra: era de Julián. Pancho había encontrado mi caja de cartas y había despedazado una vieja carta suya. Subí en dirección a la pieza y desde el último escalón lo vi. Estaba sentado al borde de la cama, los ojos color rojo furia.

-¡Ay! Boludo, me asustaste. ¿Qué hacés acá? ¿Qué hiciste?

-Decime vos qué hiciste.

-¿Qué hice con qué?

-Me estás jodiendo, ¿eh? ¿En serio me vas a hacer explicar qué pasa? Me parece que la que tiene que explicar algo acá sos vos.

-¿Explicarte qué? Vos me revisaste mis cosas y rompiste una carta.

-¿Y de quién mierda era esa carta? -se puso de pie elevando la voz.

-De mi ex. Sí, pero es mía, loco. ¿Por qué te metés a romper mis cosas?

Perdí la primera batalla. Terminé pidiéndole disculpas y él diciéndome que necesitaba recuperar su confianza en mí. Que estaba lastimado y decepcionado. Primero, le había mentido con lo del turno en el neumonólogo que prometí sacar y no hice. Ahora, además de vivir pendiente de su hija, viviría dudando si lo estaba cagando. Sacar en cada pelea a la nena se había vuelto el comodín que lo rescataba de cualquier discusión. Sabía que, ante ella, yo minimizaba mis caprichos y le daba la razón. A mis amigas les conté una versión más liviana, quizás alguna que hubiera preferido. Pero de a poco, comencé a notar que, voluntariamente, me abría de los planes y salidas y que mis pocos amigos varones ya no me registraban. A tal punto que un día se lo comenté e inauguré el segundo round de la pelea que fue nuestra relación.

-Hace un montón no veo a mi amigo Está perdidísimo.Le escribí hace poco y ni bola.

-Mirá, yo no creo en la amistad entre el hombre y la mujer. Es un chamuyo y en el fondo todos lo sabemos.Capaz que el chabón está en otra, anda a saber.

 -Mm, para mí nada que ver. Yo sí creo.

-Sí, dale. ¿No me habías dicho que Julián fue primero tu mejor amigo?

-Bueno, pero él fue un caso especial.

-¿Y yo cómo sé si no va a haber otro caso especial?

Era en vano continuar una conversación. Sabía que no llegaríamos a buen puerto y había brotado en mí una sospecha que no me dejaría dormir. Pero él ya había inaugurado ese round y necesitaba llegar hasta el final.

-Hablando de Julián, ¿te volvió a contactar o algo?

-No, no sé nada de él –respondí cortante.

-¿Posta? ¿Me lo prometés?

-¿Te tengo que prometer todo lo que hago, boludo? ¿Qué onda?

-¿Por qué carajo no me decís la verdad? Ya sé que te escribió, mentirosa. Leí el mail. ¿Vos también lo extrañás? ¿Vos también cantás esa canción que te dedicó?

Esa fue la segunda vez que sentí miedo. La primera había sido la tarde de la carta despedazada. Era, más bien, una mezcla de miedo y culpa a la vez. Sí, le había mentido. Pero había borrado ese mail, acaso intuyendo que algo similar a lo de aquella vez sucedería. Así me enteré de sus habilidades como hacker: podía leer los mails que recibía, escribía e incluso los que borraba. Y no sólo eso. En medio del revuelo, terminó confesándome que les había pedido a mis amigos varones, vía Facebook, que se alejaran de mí, que les"convenía hacerlo". Su accionar superaba mi imaginación cada vez. Como siempre, me ganó la culpa. Después de un intercambio de gritos, terminó en el suelo exagerando una baja depresión. Lloraba desconsoladamente y me hacía doler el pecho de angustia. Ciega, veía en él a un niño pidiendo ayuda, no a un varón consciente y manipulador.

-Perdoname, boluda. No te quiero hacer mal. Pero necesito que vos también me dejes de lastimar. Quiero volver a confiar en vos. Necesito una prueba, algo de tu parte que me deje creerte.

-Yo tampoco te quiero lastimar pero esto se está yendo al carajo. Estás armando historias que no existen. Yo viviendo con vos, sos mi novio. ¿Qué te falta?

-¿Harías algo por mi?

            -¿Qué necesitás que haga?

-No sé. Se me ocurren algunas cosas. Pero,¿vos estarías dispuesta?

-¿A qué, boludo? ¿De qué estás hablando?

Gracias al sueldo generoso que tenía a los veinte y, por sobre todo, a no pagar alquiler, gastaba una suma casi fija en zapatillas. Eran mi debilidad. Zapas para patinar, zapas para hip hop, zapas para todos los días. Me encantaban y tenía variedad. Y él lo sabía.

-Necesito que hagas un pequeño sacrificio. Yo sé cuánto te gustan tus zapas. Y que tenés un montón. Y que las pagaste vos, con tu plata. Si me querés...

-¿Vos me estás cargando? -no lo dejé terminar la oración. Sabía lo que venía y no podía ni quería entender lo que estaba por escuchar.

-Ves que sos cualquiera. Al final criticás a los materialistas, pero vos sos igual. A la primera que te pido que haga algo por mí, por la confianza que vos cagaste, te echás para atrás.¿Cómo carajo querés que confíe?

-Vos estás enfermo, tomátela -le dije alejándome de él como tomando distancia de un fenómeno paranormal. Me temblaban la voz y las manos. No soportaba seguir viéndolo.

-¡Mirá! Mirá cómo te ponés cuando te pido que sacrifiques unas zapatillas de mierda. Mirala, la que bardea el capitalismo. Y después decís que me amás. La cualquiera sos vos, nena -replicó mientras buscaba sus cosas para irse a la casa de la madre.

 

Cerré la puerta y puse traba por dentro. Mi cuerpo trémulo, la almohada empapada de tristeza. Me dormí a las dos horas, cuando el desgaste del llanto terminó por vencerme Quería hablar con alguien pero me daba vergüenza. Nadie, ni yo podía creer que la mujer fuerte que me creí se exponía a escenas semejantes. Esos dramas no podían pasar a mí. Eran de las débiles, de las otras. Lo mío era pasajero. Lo justificaba pensando que, en verdad, era un buen tipo en un mal momento. Víctima de una situación muy lo desequilibraba y que yo, habiendo pasado años sin ver a mi papá biológico, tendría que entender y apoyar. Como si rescatándolo emparchara la herida que me había dejado el divorcio de mis viejos. Como se reconstruye mi propia historia, rellenara las diapositivas en blanco de recuerdos con papá. Pero no podía negar el deterioro que me iba provocando. Me propuse, entonces, pasar unos días sin verlo. El cambio de horarios que justo me dieron esa quincena fue de gran ayuda. Comencé a trabajar de día y con gente nueva. Evité responder sus mensajes disculpándose los dos primeros días pero al tercero tomé coraje y le pedí que buscara sus cosas. Que mi amiga Cande, una compañera del call que tenemos en común y él respetaba por ser madre, vendría a casa a abrirle la puerta y esperar que sacara sus cosas. Le expliqué, también, que la idea de convivir había sido un error, que nos habíamos apurado."Ok", fue su respuesta. No hubo problema,  al fin de semana tuve el departamento para mí sola. Y mi madre amenazando con denunciarlo. Por más que traté de suavizar la versión que le conté, las madres leen la pupila del discurso y vio en mi mirada un grito de auxilio y tristeza.

 

-Que a ese hijo de mil putas no se le ocurra volver a acercarse porque lo mato. -No es para tanto, viejo. En serio. Posta que lo tengo controlado. Mirá si yo me voy a dejar pisotear. Olvidate.

-Bueno, yo te aviso para que lo sepas. Me entero que anda cerca y te lo denuncio.

A la semana siguiente y sorprendida de lo bien que lo había tomado (no había vuelto a escribirme desde el "ok" cuando le pedí que se mudara), invité a unas amigas del call a cenar. Comimos, tomamos un Doctor Lemon y quisimos pasar la sobremesa al balcón para fumar unos puchos. Anto tuvo la iniciativa y se asomó al balcón con una silla pero no llegó a sentarse que enseguida se volteó y nos miró espantada.

-Boluda. La puta madre. Está acá afuera en la esquina. Quédense acá. ¡No te asomes!

-¿Quién? Boluda, me estás asustando. ¿Qué pasa?

-Está Pancho espiándonos desde la puerta de una casa en la esquina.

Durante la cena les había contado algunos de los episodios aunque no en detalle, para no asustarlas ni humillarme. Pero esto era nuevo. Subimos a la habitación que también tenía balcón y escondidas las tres, corrimos la cortina apenas unos centímetros para mirar y asegurarnos de que era Pancho. Efectivamente. Estaba, ahora, contra la pared del edificio de enfrente, en la esquina. Tenía puestas unas pantuflas, gorra de lana negra y un camperón. A los cinco minutos y al ver que lo habíamos descubierto, se fue. Las chicas muertas de miedo, pidieron un taxi para irse. No quisieron que las llevara por si me agarraba a la vuelta.

-En serio, no pasa nada. Yo sé que les debe parecer re tenebroso pero el chabón no es para tanto. Es más boludo que violento. Posta. No me creyeron y me pidieron que ante cualquier otro episodio de estos hiciera una denuncia. Estaban realmente preocupadas por mí. Y esperaban el taxi asustadas como si se hubieran enterado o visto algo que no debían saber. Rememoraban a cada rato la escena describiendo en mayor detalle su aspecto, su mirada. Desde mi tercer piso podía verse más de lo que hubiéramos querido.

La primera semana del siguiente mes y para mi ingrata sorpresa, lo ascendieron a supervisor. Me enteré una tarde en el trabajo al verlo pasar el molinete, vestido de traje

-Buenas. ¿A qué no sabés a dónde me mandaron a supervisar? Chan chan... Sí, a la fila de al lado de tu team. ¿Me extrañaste?

Él como si nada, yo como si todo. La gente que pasaba lo saludaba a los gritos, a los toque de espalda, a los abrazos pasajeros. Los de confianza le pellizcaban los glúteos en signo de felicitación por su ascenso. Mi cara de espanto desentonaba en su postal feliz. Con un "te felicito" lo despedí y subí al tercer piso del call, y de mi depresión. Como era de suponer, me esperó a la salida, rodeado de gente alegre que de seguro, no lo conocía.

-Eu, Mane. Bancame porfa que quiero hablar de una call con vos -me frenó fingiendo que hablaríamos de trabajo

-Me estoy yendo. Estoy apurada.

-¿Me tirás hasta casa? Dale, no te cuesta nada. Vivimos a una cuadra.

-Eso, Mane, llevalo pobrecito. No te cuesta nada -presionó su hinchada.

Acepté y nos fuimos juntos. No dije una palabra hasta llegar a Pellegrini. Él me iba mirando embelesado. Y reteniendo esa mirada, entre maníaco y enamorado, comenzó su soliloquio.

-Boluda, ya sé. Hicimos todo mal tenías razón. No pensé que iba a terminar así. Pero te extraño, Mane. Y sé que vos también a mí. Lo puedo ver porque ahora no me mirás para no quebrarte. Porque ese es tu problema. Tu orgullo. Y tu vieja. Ya sé que me odia y ¿sabes qué?, ni me voy a enojar con vos porque haya venido a hacer quilombo a mi casa. Porque sé que no fuiste vos. Porque vos todavía pensás tanto en mí como yo en vos. Y porque se que serias la mejor mama para mi nena. Estoy seguro. Porque vos me aceptás con ella y para mí eso es muy valioso. Mirá cómo lloras cuando la nombro. Vos entendés mejor que nadie por tu propia historia. Yo sé que vos pensás igual. Dejate de joder con tu orgullo y dame un abrazo. Cuando me abrazás sos otra, se te pasa todo ese enojo y todas las boludeces que te deben decir tus amigas y tu vieja en mi contra Y yo estoy dispuesto a bancar eso y mucho más por vos. Con todo lo que pasé, ¿te pensás que me voy a rendir y dejarte ir? Dale, Mane. Frená el auto Abrazame.

 

"Un hechizo". Así lo describe al día siguiente cuando le conté a las chicas que sí, que habíamos vuelto. Les dije que me parecía injusto no darle una oportunidad y que realmente pensaba que podía cambiar. Me apoyaron con la condición de que no dejara pasar otra secuencia violenta. Volví a invitarlas y comimos juntas en casa. Esta vez con las cortinas abiertas de par en par. La esquina de Laprida y Viamonte fue el fondo de nuestra cena. Solitaria, como siempre debió estar.

- Luna, M. (2017). 112.  Editorial Casagrande.

 

 

En este capítulo, además de hallar la experiencia novelada de la autora, podemos observar cómo distintas formas de violencia se hacen presentes. Por eso, consideramos fundamental iniciar con una definición.

 

La Organización Mundial de la Salud define la violencia como: El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho, o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.

           

Lamentablemente, en los últimos tiempos, hemos visto multiplicarse los casos de violencia de género, pero este no es el único tipo violencia que sufrimos en nuestra sociedad. De hecho, forma parte, junto con el bullying y la violencia institucional, de una clasificación de estos actos basada en la modalidad.

Como creemos que todos podemos vernos afectados por la violencia, independientemente del género, del grupo al que pertenezcamos o de nuestra ideología; tomaremos como referencia para resolver las actividades la tipificación de la violencia según el medio:

Psicológica: forma que produce daños afectivos, morales y psicológicos sobre la persona sin que medie la fuerza física, lo que hace mermar su autoestima. Por ejemplo: culpabilizar, amenazar, coaccionar, espiar, ignorar al otro, desacreditar al otro, hostigar, acosar, aislar, irrespetar la opinión, etc. Incluye la agresión verbal por medio de insultos y descalificaciones.

Física: toda forma en la que usa la fuerza física, y que causa dolor, daño, heridas y hasta la privación de la vida: empujar, golpear, halar el cabello, quemar, torturar, mutilar, herir, etc.

Sexual: forma en la que se denigra la integridad sexual de una persona, sea que haya contacto genital o no. Se entiende que la integridad ha sido vulnerada toda vez que la víctima no da su consentimiento expreso. La violencia sexual abarca: amenazas, intimidación y uso de la fuerza, violación, acoso, abuso, explotación sexual, trata de personas, prostitución forzada, etc.

Económica o patrimonial: forma en la cual se vulneran los derechos económicos de una persona por medio de la perturbación de la posesión o propiedad de sus bienes, así como por medio de la sustracción, destrucción deliberada y retención de bienes, herramientas de trabajo, documentos personales, bienes y valores.

Simbólica: uso de aquellos símbolos que denotan superioridad del victimario sobre la víctima, y que expresan dominio de fuerza

 2.    Identificar los tipos de violencia que se manifiestan en el texto y justificar, en cada caso, con una cita.

3.    Reflexionar:

La protagonista no cuenta todo lo que está experimentando a sus familiares y amigos y el silencio, como sabemos, condena a las víctimas a vivir en un círculo de dolor. ¿Qué calla la protagonista? ¿Por qué creen que lo hace? ¿Piensan que de haber pedido ayuda su situación sería otra?

4.    Crear un afiche para generar conciencia sobre esta problemática y para que dejemos de naturalizar este tipo de actos.


Opción 2) Autorretrato

   Hasta ahora estuvimos leyendo y analizando textos narrativos que podemos inscribir dentro del “espacio biográfico” y que respondían a los géneros: biografía, autobiografía, carta, diario y autoficción. Pero no son solamente estos los que permiten que alguien escriba sobre sí mismo, su vida desde un punto de vista personal. Como explicitamos en la primera clase dedicada a este tema: “el “yo” es sin dudas uno de los que mayor cantidad de textos y variedad de formatos ha generado a lo largo de las últimas décadas”.

Entre esos “otros formatos”, lógicamente, en el género lírico (la poesía) también nos es posible encontrar textos en los cuales el “yo-lírico” nos ofrece en sus versos características físicas, espirituales, de carácter de sí mismo, entre otros, y que incluso se aventuran a representar, de diversas maneras, fragmentos de una posible “autobiografía”.

En este sentido, es interesante presentar ahora al “autorretrato literario” que mantiene una estrecha relación con el autorretrato pictórico, es decir, con los cuadros en que los pintores o las pintoras se representan a sí mismos.

Tomemos un ejemplo muy conocido: La columna rota


Tal vez ya lo hayas visto. Es uno de los tantos autorretratos que pintó la célebre Frida Kahlo. Como podemos observar, además de la representación realista del rostro y del cuerpo, están presentes otros elementos que nos “hablan” de Frida. Esa especie de columna metálica y los clavos hincados en su cuerpo remiten al dolor, al sufrimiento físico, como así también el paisaje de fondo, yermo, árido, con hondonadas, se refiere a la sensación de vacío y a las dificultades que atraviesa en ese momento de su vida.

En la literatura, el autorretrato desarrolla una descripción de una persona hecha por ella misma. Se trata, claro está, de una descripción subjetiva, dado que el escritor o escritora selecciona y destaca los rasgos que lo definen desde un punto de vista personal. Esa descripción puede abarcar rasgos físicos, como dijimos, pero no necesariamente se limita al aspecto exterior, sino que también incluye otras características que, a su entender, lo definen como un sujeto único, posicionado en un contexto, en una realidad que lo condiciona o determina.

Para pensar acerca de estos modos de escritura, te proponemos escuchar dos canciones y leer las letras de “Breve descripción de mi persona” y “Ya no sé qué hacer conmigo”, compuestas por Roberto Foccacio, integrante del grupo uruguayo llamado El Cuarteto de nos.

                Enlaces:

“Breve descripción de mi persona”.

https://www.youtube.com/watch?v=kvrdK22YLlk

            https://rock.com.ar/artistas/9322/letras/15128

 

“Ya no sé qué hacer conmigo”.

https://www.youtube.com/watch?v=y9LlnLTH87U

https://www.letras.com/cuarteto-de-nos/1045650/

 

Actividades --- Fecha de entrega: 17/11/2020

    1)      Enunciar qué características físicas del yo se nos presentan en “Breve descripción de mi persona”. ¿Qué nos cuenta en relación con su familia?

    2)      ¿Qué te parece que quiere expresar el verso: “Que no hay tres minutos, ni hay cien palabras que me puedan definir”? ¿Y los versos: “no traiciono a mis principios, porque eso es lo primero / si naciste incendiario, no te mueras bombero”?

    3)      ¿Qué idea del “yo” que cuenta su vida te deja “Ya no sé qué hacer conmigo”?

    4)      ¿Por qué pensás que afirma que ya no sabe qué hacer con él (mismo)?

    5)      ¿Te sentiste identificado/a con alguno de los versos o estrofas de estas canciones? En caso afirmativo, ¿con cuál? ¿podés relacionarlo con algún pasaje de tu vida?

    6) ¿Conocés algún otro poema o canción que presente una descripción personal o una suerte de autorretrato literario? En caso afirmativo, compartí aquí la letra o el enlace para poder escucharla. ¿Por qué elegiste esta canción / poema?

 

Bonus track: “Roberto” https://www.youtube.com/watch?v=uUy0577epHo 


Unidad Nro. 1

Escritura y vida.

Clase Nro. 8 – 03/11/2020

Actividades. Fecha de entrega: 10/11/2020

Diario

En esta clase retomaremos al diario como subgénero de la autobiografía.

Recordemos que se trata de un texto que, de manera fragmentaria y con el registro de la fecha, suele destinarse a una lectura interior y privada de quien lo confeccionó, aunque muchos lo escriben pensando en un lector hipotético. El diario cubre el imaginario de libertad absoluta, cobija cualquier tema, desde la insignificancia cotidiana a la iluminación filosófica, de la reflexión sentimental a la pasión desatada.

Como trabajaremos con una de las entradas al diario del escritor Abelardo Castillo, podemos comenzar leyendo la entrevista disponible en el siguiente link y que se refiere al libro que recoge sus Diarios:

https://www.telam.com.ar/notas/201410/82556-el-diario-de-abelardo-castillo-nos-revela-una-fotografia-cotidiana-de-su-escritura.php

Ahora sí, leemos un fragmento del Diario de Abelardo Castillo:

Un fragmento de los “Diarios” de Abelardo Castillo (año 1979)

*

El ADN Cultura publica hoy un reportaje al escritor Abelardo Castillo, a propósito de la inminente aparición de sus Diarios.

** Abajo, el anticipo del suplemento, con un fragmento de los diarios, con una “anécdota” bajo la dictadura, en 1979…

Por fin, sucedió, por fin vinieron. Yo estaba solo en casa, gracias a Dios. Sylvia está en Junín. Hoy, es decir, anoche, a eso de las nueve o tal vez más temprano, la policía estuvo en casa. Escrito así parece aterrador, y quizá lo fue, pero yo no lo viví de ese modo. Quiero ser muy preciso. Lo peor, en estos casos, es dejarse llevar por la literatura patética o heroica. El que vino fue un oficial de policía -de la seccional sexta, supongo- acompañado por dos muchachos muy jóvenes, que parecían más bien conscriptos, y que estaban armados con metralletas. Tocaron directamente el timbre de mi puerta, y eso fue una suerte: si hubieran llamado desde abajo, habría sido peor; yo habría tenido que esperar que subieran los dos pisos de escalera. Así me sorprendió pero no me dio tiempo a imaginar nada; simplemente, un oficial de la policía estaba ahí, en mi puerta. Cuando abrí el postigo sólo vi a uno de los dos muchachos armados. El oficial dijo que quería conversar un momento conmigo, que era una cuestión de rutina. Intentaba ser amable, o lo era realmente. “Voy a buscar la llave”, le dije. “Vaya, vaya tranquilo”, me dijo. Entré en el escritorio, saqué de encima de la biblioteca el cuadro del Che, lo llevé al dormitorio y lo puse sobre la cama. Confieso que pensé ponerlo debajo, pero no fui capaz. Me dio vergüenza; era dejarse ganar por el miedo. Y era ridículo: si venían a buscarme o a buscar algo, iban a encontrarlo igual. O, mejor, iban a ponerlo ellos mismos, sin esperar a encontrarlo. Volví, abrí la puerta y sólo entonces descubrí al segundo muchacho armado. No estaba en el palier sino en la escalera. Dejé la puerta abierta, entré en el escritorio y me senté. El oficial entró solo. En ese momento, empezaron a pasar realmente las cosas. Desde la puerta del escritorio, mirando el retrato que me hizo Alonso y que está colgado sobre la mesa de ajedrez, a unos tres metros, dijo: “Carlos Alonso, qué gran pintor”. Y ahora sí, me alarmé. Este hombre es un profesional, pensé; éste es un especialista en intelectuales. Y además, Carlos Alonso, a quien le mataron la hija, a Paloma. El oficial, con toda naturalidad, me dio la espalda y se puso a mirar la biblioteca. No a investigarla, a mirarla, como cualquier persona curiosa acostumbrada a los libros mira una biblioteca ajena. Más o menos a la altura de sus ojos quedaron mis libros anarquistas, los cuatro tomos azules de la selección de Lenin, los veo mientras escribo, las Obras escogidas de Marx y Engels, y como contrapeso el Mein Kampf. Siempre he pensado que sacar los libros de la biblioteca es absurdo. Ellos mismos traen lo que quieren encontrar. Por otra parte, se supone que en la biblioteca de un escritor puede y debe haber cualquier libro; son su herramienta de trabajo. Claro que este argumento no habría tenido mucho peso si se hubiera tocado el tema. Desde allá me dijo: “No vaya a pensar que nos gusta hacer este tipo de cosas. Vengo porque un vecino hizo la denuncia de que en este departamento entra mucha gente a cualquier hora”. Le dije que era cierto, que yo daba cursos literarios, que sacaba una revista de literatura y que era escritor. “Sí, sabemos perfectamente quién es usted”: seguía siendo muy amable. Me cruzó por la cabeza, en un segundo, lo que voy a tratar de escribir ahora.

Me acordé de Conti. Hace tres años, cuando se lo llevaron, la mujer de Haroldo me llamó por teléfono para que yo le pidiera a Sabato, que iba a almorzar con Videla, que intercediera por él. Cuando le pregunté cómo se lo llevaron, ella me contó que habían sido muy corteses y que en algún momento, Haroldo, cuando se acercaron a su máquina de escribir, les dijo que no la tocaran, que estaba escribiendo un cuento. Uno de ellos le dijo: “Sí, ya sabemos quién sos; y no te creas que no nos gusta lo que escribís”.

Todo eso, en un segundo. Y sobre esto mis propias palabras que no sé de dónde salieron: “Además, le dije, en este edificio entra mucha gente joven, no sé si se habrá fijado al subir que en el primer piso hay un cartel que dice Olga Vinci, clases de danza; entran malones de chicas, pero, infortunadamente -éste es el adverbio que usé, ignoro por qué refinamiento producto de la situación-, infortunadamente, no todas suben a mi departamento”. El tipo se rio. Después dijo algo así como: “De todos modos sería una lástima que una persona como usted pisara una comisaría por una cosa como ésta”. No más de cinco minutos más tarde, todos se habían ido. No sé exactamente qué quiso decir con “una persona como usted”. ¿Una tenue amenaza, un reconocimiento? Tampoco sé por qué “sería una lástima”, aunque es una idea fácil de completar.

Ahora es de madrugada y ya he tenido tiempo de reflexionar sobre lo que sucedió. No se lo voy a contar a Sylvia.

Lo único que me preocupa, lo que verdaderamente es para dar un poco de miedo es esa mención casi casual del policía: “Vengo porque un vecino hizo la denuncia”. En este cuerpo del edificio sólo hay siete departamentos. Si es cierto lo que dijo ese hombre, en uno de esos departamentos vive alguien que, para decirlo con suavidad, no me quiere demasiado.

 

 Actividades – Fecha de entrega: 10/11/2020

Luego de leer el fragmento de los “Diarios”, resolver las consignas.

     1.      Sintetizar  la anécdota narrada en esta entrada del diario.

     2.       ¿Por qué podemos atribuirle valor testimonial? ¿Qué hechos documenta?

     3.      Explicar qué es lo que sucede con el cuadro del Che. ¿Por qué no pudo esconderlo?

     4.      ¿Qué valoran los agentes de Castillo?

     5.      ¿A qué otros escritores menciona? ¿Están todos en la misma situación?

     6.      ¿Cuál fue el motivo por el que los agentes allanaron su domicilio?

     7.      Por lo que concluye Castillo, “alguien” en el edificio “no lo quiere demasiado”. Por esa razón, de alguna manera, vivirá atravesado por el temor, la desconfianza y el miedo. ¿Qué situaciones nos hacen vivir con temor o miedo a nosotros hoy en día? Responder desde una perspectiva personal.

 


El martes 03/11/2020 a las 19 hs., nos encontramos en Meet para conversar sobre los próximos temas y actividades que trabajaremos en Lengua.

Enlace: meet.google.com/zbv-atzx-eyf

Traten de conectarse... Buen fin de semana.


Unidad Nro. 1

Escritura y vida.

Clase Nro. 7 – 22/10/2020

Actividades. Fecha de entrega: 29/10/2020

La carta – Parte 3

La escritura de una carta.

Mails, Messenger, Whatsapp y otros modos de enviar mensajes instantáneos a través de los medios digitales han relegado la práctica de la escritura de cartas. Al mismo tiempo, han suprimido o modificado muchas instancias que formaban parte de ese ritual: la elección del papel que serviría de soporte, del color de la tinta que se utilizaría, la preparación de borradores y la espera que mediaba entre el envío y la recepción de la carta por parte del destinatario, como así también, la ansiedad de aguardar la respuesta.

La escritura de una carta personal supone la existencia de un vínculo (la amistad, el afecto) entre el emisor y el receptor y es por eso que en ella se ponen en juego la expresión de sentimientos, el relato de experiencias y episodios recientes, como así también las confesiones o revelaciones que desean realizarse a ese otro a esa otra que es una persona de nuestra confianza. Un factor importante es que, a diferencia de la autobiografía, en una carta de este tipo, no suelen darse a conocer hechos del pasado lejano, sino más bien cuestiones referidas al presente o a los últimos tiempos en relación con la fecha en que se está escribiendo.

Para este ejercicio de escritura, vamos a imaginar a nuestro receptor como alguien a quien queremos mucho, ya sea que esté vivo/a o no, y vamos a contarle, en el desarrollo de la misma, alguna situación real que hayamos vivido en los meses de la cuarentena. Sin que ninguna de estas ideas sea excluyente, puede ser una pelea, una reconciliación, una decepción amorosa, algún acontecimiento familiar o personal, que nos tenga angustiados o preocupados, o felices y esperanzados.

No olvidar colocar: lugar y fecha, nombre del destinatario, un párrafo de saludo y, al final, la despedida o cierre. Extensión mínima sugerida: 15 renglones (Times New Roman 12).

 

Unidad Nro. 1

Escritura y vida.

Clase Nro. 6 – 15/10/2020

Actividades. Fecha de entrega: 22/10/2020

La carta – Parte 2

 La carta más triste de una poeta al amor de su vida

Recuperado de: https://culturacolectiva.com/letras/la-carta-mas-triste-de-una-poeta-al-amor-de-su-vida

 

Simplemente no soy de este mundo… Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva… No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie… ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, no sabré siquiera que hay un 'saber volver'. No lo querré  acaso.  
Alejandra Pizarnik

 

Llevar a cuestas durante la mayor parte de la vida un dolor vehemente y una melancolía interminable nunca termina bien. Lo mismo le ocurrió a la poeta argentina Alejandra Pizarnik, su consumo de metanfetaminas y sus tendencias obsesivas se agudizaron cada vez más que la sombra de la locura la desquició en sus últimos años; tuvo diversos intentos de suicidio, pero no fue sino hasta el 25 de septiembre de 1972 que terminó con su caótica vida gracias a una dosis intencional de barbitúricos que le tranquilizó el espíritu para siempre.

 

Días previos a su muerte, Alejandra le escribió una carta a Silvina Ocampo —escritora y esposa de Bioy Casares—

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Pero vos, mi amor, no me desmemories. Vos sabés cuánto y sobre todo sufro. Acaso las dos sepamos que te estoy buscando. Sea como fuere, aquí hay un bosque musical para dos niñas fieles: S. y A.

Escribime, la muy querida. Necesito de la bella certidumbre de tu estar aquí, aquí abajo; sin embargo, yo traduzco sin ganas, mi asma es impresionante (para festejarme descubrí que a Martha le molesta el ruido de mi respiración de enferma). ¿Por qué, Silvina adorada, cualquier mierda respira bien y yo me quedo encerrada y soy Fedra y soy Ana Frank?

El sábado, en Bécquar, corrí en moto y choqué. Me duele todo (no me dolería si me tocaras –y esto no es una frase zalamera). Como no quise alarmar a los de la casa, nada dije. Me eché al sol. Me desmayé pero por suerte nadie lo supo. Me gusta contarte estas gansadas porque sólo vos me las escuchás. ¿Y tu libro? El mío acaba de salir. Formato precioso. Te lo envío a Posadas 1650, quien, por ser amante de Quintana, se lo transmitirá entre escogencia y escogencia.

Les envié así un cuaderniyo venezolano con un no sé qué de degutante [desagradable] (como dicen Ellos). Pero que te editen en 15 días.

Oh Sylvette, si estuvieras. Claro es que te besaría una mano y lloraría, pero sos mi paraíso perdido. Vuelto a encontrar y perdido. Al carajo los greco-romanos. Yo adoro tu cara. Y tus piernas y tus manos que llevan a la casa del recuerdo-sueños, urdida en un más allá del pasado verdadero. 

Silvine, mi vida (en el sentido literal) le escribí a Adolfito para que nuestra amistad no se duerma. Me atreví a rogarle que te bese (poco: 5 o 6 veces) de mi parte y creo que se dio cuenta de que te amo sin fondo. A él lo amo pero es distinto, vos sabés, ¿no? Además lo admiro y es tan dulce y aristocrático y simple. Pero no es vos. Te dejo: me muero de fiebre y tengo frío. Quisiera que estuvieras desnuda, a mi lado, leyendo tus poemas en voz viva. Sylvette, pronto te escribiré. Sylv, yo sé lo que es esta carta. Pero te tengo confianza mística. Además la muerte tan cercana a mí, tan lozana, me oprime. Sylvette, no es una calentura, es un re-conocimiento infinito de que sos maravillosa, genial y adorable. Haceme un lugarcito en vos, no te molestaré. Pero te quiero, oh no imaginás cómo me estremezco al recordar tus manos que jamás volveré a tocar si no te complace puesto que ya lo ves lo sexual es un “tercero” por añadidura. En fin, no sigo. Les mando los 2 librejos de poemas póstumos –cosa seria—. Te beso como yo sé, a la rusa (con variantes francesas y de Córcega). O no te beso sino que te saludo, según tus gustos, como quieras.

Me someto. Siempre dije no para un día decir mejor sí.

Sylvette, sos la única. Pero es necesario decirlo: nunca encontrarás a nadie como yo. Y eso lo sabés (todo). Y ahora estoy llorando. Sylvette, curame, ayudame, no es posible ser tamaña supliciada, Sylvette, curame, no hagas que tenga que morir, ya...

Tuya:
Alejandra…

Actividades. 

       1)      Leer alguna breve biografía de Alejandra Pizarnik para conocer los datos más salientes de su vida.

       2)      ¿Cómo se nos presenta Alejandra en esta carta? ¿Qué podemos decir de ella?

       3)      ¿A qué se refiere Alejandra con la mención de Fedra y Ana Frank?

       4)      Transcribir algunas frases que expliciten los sentimientos de Alejandra hacia Silvina.

       5)      ¿Pensás que hay aceptación o rechazo por parte de Silvina? Argumentar con citas de la carta tu respuesta.

       6)      ¿Qué se dice del marido de Silvina?

       7)      ¿Qué juegos hace Alejandra con el nombre de Silvina?

       8)      ¿Cómo se habrá sentido Silvina Ocampo al enterarse del suicidio de Alejandra, pocos días después de haberle escrito esta carta? 


Unidad Nro. 1

Escritura y vida.

Clase Nro. 5 – 06/10/2020

Actividades. Fecha de entrega: 15/10/2020

La carta – Parte 1

En esta oportunidad, presentaremos la carta como parte de las escrituras del Yo.  Vimos, en la primera clase de esta unidad, que una carta es una pequeña pieza literaria que obviamente tiene autor y receptor como cualquier otra. Un primer elemento de especificidad es que la carta, como texto que pertenece al género literario epistolar, tiene tres lectores: el propio autor, el destinatario de la misma y los lectores anónimos. Una carta también ocupa unos espacios y tiene una estructura que difiere de otros géneros. Toda carta lleva fecha, encabezamiento, texto, fórmula de despedida, etc. Estos son algunos aspectos técnicos que conviene tener muy en cuenta. En una carta, a su vez, se propone un diálogo con el receptor de la misma y se supone que en ella hay referencias y guiños que quedan lejos de la comprensión de los lectores que no son los destinatarios verdaderos de estas cartas.

 

Cartas de Adolfo Bioy Casares a Elena Garro

Por Pascal Beltrán del Río

Para La Nación - Princeton, 1997

 

La publicación de epistolarios descubre los lazos que unieron a algunos escritores. En esta página se publican extractos de las cartas de amor que le envió Adolfo Bioy Casares a Elena Garro.

Garro y Bioy Casares en Nueva York, años 50

A lo largo de dos décadas, de 1949 a 1969, el escritor argentino Adolfo Bioy Casares mantuvo una correspondencia amorosa con la escritora mexicana Elena Garro.

Hasta hace muy poco, el romance entre Bioy y Garro era un pasaje relativamente desconocido de la vida de ambos, apenas esbozado por ella en los apuntes para el libro Los protagonistas de la literatura americana, de Emmanuel Carballo. Durante buena parte del tiempo que duró la correspondencia, ambos eran casados: ella, con el poeta Octavio Paz; él, con la poetisa Silvina Ocampo. Por parte de Bioy, lo más que llegó a saberse es que él y Garro formaban parte de un grupo de amigos.

La naturaleza precisa de la relación salió a la luz en septiembre pasado, cuando la Universidad de Princeton abrió al público el archivo de Garro, adquirido unos meses antes. Se trata de cinco cajas de documentos, en las que hay manuscritos originales y una abundante correspondencia, entre otros papeles.

Aparte de las noventa y una cartas, trece telegramas y tres tarjetas postales que Garro recibió de Bioy, el archivo incluye correspondencia de una infinidad de personajes renombrados: José Bianco, Julio Bracho, Luis Buñuel, Emilio Carballido, Régis Debray, José María Fernández Unsain, Adolfo López Mateos, Carlos A. Madrazo, François Mauriac, Victoria Ocampo, Javier Rojo Gómez, Bernardo Sepúlveda Amor, Guillermo Soberón Acevedo...

Pero la de Bioy es la más abundante: ocupa tres fólders.

Largas son la mayoría de las cartas que el cuentista y novelista argentino escribió a Elena Garro. Largas, de renglones apretados, con letra a veces ininteligible, hinchadas de nostalgia, adulación obsesiva, angustia, autodenigración y desesperanza.

En una entrevista reciente que concedió a Lucía Melgar, profesora de literatura de Princeton, que está trabajando en una biografía de Elena Garro, la escritora contó que tuvo tres series de encuentros con Bioy. Dos en Europa, en 1949 y 1951, y una en Nueva York, en 1956. Cuando se conocieron, en 1949, en París, Garro tenía veintinueve años, y Bioy, treinta y cinco.

Pese a la abundancia de cartas que documentan la relación entre Bioy y Garro, la colección de correspondencia está incompleta. Peter Johnson, responsable de la sección latinoamericana de la biblioteca de Princeton y encargado de adquirir el archivo de Garro, comentó en una entrevista que muchos de los documentos que conservaba la escritora se extraviaron en sus mudanzas trasatlánticas.

Además, las cartas que Garro escribió a Bioy no están en la colección.

-¿Qué pasó con esas cartas? -se preguntó a Johnson.

-No lo sé.

-¿Las tiene Bioy?

-La verdad es que él ha sido muy ambiguo al respecto.

Pasión y literatura

No todas las cartas de Adolfo Bioy Casares a Elena Garro son de amor. En algunas de ellas se habla del papel que la novelista y dramaturga desempeñó, junto a Octavio Paz, como agente literaria de Bioy en Francia.

En octubre de 1951, Bioy envió, desde Montevideo, una autorización a Octavio Paz para que encargara la traducción al francés de La invención de Morel, su novela más célebre, escrita en 1940.

Concluida la traducción de la novela en noviembre de 1951, Bioy escribió a Elena Garro, desde Buenos Aires:

"Estoy conmovido con el trabajo que te tomas con La invención. Leído en francés, me hace creer que es un buen libro, en cambio tú, al ir paso a paso con la traducción, descubrirás todas mis limitaciones".

Expresiones como ésa, de aparente falta de seguridad en sí mismo, abundan en las cartas del escritor, que fue galardonado en 1990 con el Premio Cervantes, la máxima distinción en las letras hispanas. En general, el tono de la correspondencia es depresivo.

Una carta fechada el 5 de noviembre de 1951 empieza así:

"Mi querida: Tuve que hacer un viajecito a Montevideo. Éste fue muy rápido: tres días en total. A mi vuelta me encontré con tus cartas del 26 y 27 de octubre: las más cariñosas que me has mandado desde hace tiempo. Tal vez te di lástima con mi tristeza. Si me hubieras visto en estos tres días del viaje te hubieras apiadado aún más o, basta de tonterías, me hubieras dado el olivo, como decimos aquí (me hubieras abandonado). No te puedo decir qué desolado me parecía todo: viajar en avión, llegar a un cuarto (color pardo) del Nogaró, almorzar y comer, conversar con los maîtres, los mozos, las consignas de siempre. «¿Para qué estoy haciendo esto?», me decía".

Las cartas de Bioy persiguieron a Elena Garro por todo el mundo: Francia, Japón, México, Suiza, Austria... Bioy parece incluso haber asediado a su correspondiente. Entre agosto y octubre de 1951, le envió una veintena de cartas.

"Perdóname que esté escribiéndote de nuevo -redactó, el 8 de septiembre de ese año-, quisiera darte un respiro, pero tengo tanta necesidad de ti que si no toleras estos monólogos voy a morir de angustia".

Cuatro días después, envió otra carta:

"Helena adorada: No te asustes de que te quiera tanto. Tú me dijiste que lloraría por ti. Solamente te equivocaste, en una carta, en la que me reprochabas mis lágrimas fáciles. Tal vez si pudiera dar un buen llanto mejoraría-pero no, eso me está negado. Debo seguir con esta pena y con los ojos secos."

Unas semanas antes, poco después de embarcarse de regreso a América, luego del segundo encuentro con Elena Garro, Bioy envió otra carta a Víctor Hugo 199, el domicilio parisiense de la familia Paz Garro. En su equipaje llevaba dos recuerdos: un zapato y el pasaporte de Elena. (Después, Garro le pediría que le devolviera el pasaporte).

"Mi querida -escribió Bioy-, aquí estoy recorriendo desorientado las tristes galerías del barco y no volví a Víctor Hugo. Sin embargo, te quiero más que a nadie... Desconsolado canto, fuera de tono, Juan Charrasqueado (pensando que no merezco esa letra, que no soy buen gallo, ni siquiera parrandero y jugador) y visito de vez en vez tu fotografía y tu firma en el pasaporte. Extraño las tardes de Víctor Hugo, el té de las seis y con adoración a Helena. Has poblado tanto mi vida en estos tiempos que si cierro los ojos y no pienso en nada aparecen tu imagen y tu voz. Ayer, cuando me dormía, así te vi y te oí de pronto: desperté sobresaltado y quedé muy acongojado, pensando en ti con mucha ternura y también en mí y en cómo vamos perdiendo todo.

"Te digo esto y en seguida me asusto: en los últimos días estuviste no solamente muy tierna conmigo sino también benévola e indulgente, pero no debo irritarte con melancolía; de todos modos cuando abra el sobre de tu carta (espero, por favor que me escribas) temblaré un poco. Ojalá que no me escribas diciéndome que todo se acabó y que es inútil seguir la correspondencia... Tú sabes que hay muchas cosas que no hicimos y que nos gustaría hacer juntos. Además, recuerda lo bien que nos entendemos cuando estamos juntos... recuerda cómo nos hemos divertido, cómo nos queremos. Y si a veces me pongo un poco sentimental, no te enojes demasiado...

"Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte cartas maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a repetir por milésima vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti, que te admiro, que te respeto, que me gustas, que me diviertes, que me emocionas, que te adoro. Que el mundo sin ti, que ahora me toca, me deprime y que sería muy desdichado de no encontrarnos en el futuro. Te beso, mi amor, te pido perdón por mis necedades".

El 17 de octubre de 1951, desde Montevideo, le volvió a escribir: "Mi querida: Discúlpame que te haga leer las noticias de siempre: que te extraño, que estoy desolado...

"¿Pasarán años sin que nos veamos?

" Tú tienes a la Chatita [la hija de Elena Garro], a Octavio, a tus padres, a Deva, a Estrellita. Para mí, Helena es la persona que más quiero en el mundo, el centro de mi vida. Ves, no me corrijo..."

Consejos de señor juicioso

A juzgar por el contenido de la correspondencia, Adolfo Bioy Casares pudo haber tenido peso en la decisión de Elena Garro de dedicarse a la literatura.

"Debes escribir -recomendó Bioy, en una de las primeras cartas que le envió, fechada en Buenos Aires, el 25 de julio de 1949-. Que los escritores te hayamos aburrido es una fortuita circunstancia de tu biografía y sólo tiene importancia para ti; que escribas tiene importancia para todos. En esta correspondencia entre nosotros se ve de qué lado está el escritor; lo es de éste. ¿Ves Helena? Pongo el énfasis en este consejo de señor juicioso (¡si pudiera convencerte!)".

Dos años después, Bioy escribió a Garro desde la Argentina para decirle que un productor de teatro estaba "estudiando, muy interesado" una de las obras de la mexicana.

Pero, en las cartas, Bioy casi siempre se refiere a la literatura para hablar de lo que no ha podido escribir o de lo malo que le parece lo que ha escrito:

"He interrumpido la redacción de una novela (valía poco)", anunció, por ejemplo, en una carta fechada el 7 de enero de 1950.

Y las referencias a los proyectos literarios están sepultadas entre innumerables lamentaciones de lo que no pudo ser:

"Como era de temer -escribió Bioy, el 2 de agosto de 1952, en la primera carta que envió a Tokio, donde Paz cumplía misión diplomática-, recaigo en la monotonía y en mi amor y te cuento que eres mágica, o que eres la única diosa que he conocido, o que te vi de atrás, con un abrigo de pelo de camello y peinada con moño y colita, en la calle Tucumán y que hube de matar a alguien para poder alcanzarte, mas que finalmente desapareciste por Esmeralda. Resuelvo escribirte, pero se van pasando los días y no hago nada; sigo con la cabeza pesada, como si tuviera una corona de hierro, sin hacer nada y con mucha tristeza y con mucho cansancio... Tengo todo muy abandonado: el cuento de 1839, la novela, unos datos biográficos que me pidió Laffont... Por cierto, todo lo que te he enumerado importa poco; pero aquí no podía hacer nada mucho mejor. Comprendo que soy apenas un fantasma... De todos modos no me olvides o por lo menos trata de no olvidar de escribirme de vez en cuando. Eres la persona que más quiero; no pasa un día sin la pena y sin las dulzuras de extrañarte...

"[...] Yo no sé si te lo confesé, pero a mí antes me gustaban todas las mujeres (antes=antes de conocerte). Ahora las veo como si un velo se hubiera caído de mis ojos: son tontas, son feas (al cosmos le cuesta producir a una mujer linda) y son otras. Esto de que sean otras, de que ni siquiera se parezcan a ti es su más grosera e imperdonable imperfección. Además, la idea de hacer el amor con ellas me repele: qué feo, que antiestético e incómoda la postura; qué asco, qué aburrido. He descubierto la virginidad y su casi suficiente encanto...

"Yo creo que si supieras la felicidad que me traen tus cartas... me escribirías cartas muy largas. Ya sé que soy un idiota y un mal tipo; pero un idiota y un mal tipo que te adora. Vivo pensando en ti; queriéndote, extrañándote. Qué lástima haber perdido el pasaporte.

La última carta de la colección está fechada en Mar del Plata, el 21 de abril de 1969. Habían pasado veinte años desde la primera misiva. La carta dice:

"Helena muy querida:

"Todos los días pienso en ti y en la Chata... En los diarios de por acá hay muy pocas noticias de México. Las que puedo darte de mí son demasiado triviales. La vidita de siempre... Menos mal que este año trabajé. Escribí una novela, El compromiso de vivir, que estoy corrigiendo; una Memoria sobre la pampa y los gauchos; un cuento, "El jardín de los sueños", y ahora un segundo cuento [ilegible]: uno y otro, Dios mío, tratan de fugas. ¿Recuerdas que en el Théåtre des Champs Elysées, en el 49, la primera noche que salimos, me dijiste que sentías gran respeto por los que huían? Me gustaría compartir hoy esa convicción. En todo caso no me parece improbable que dentro de poco me convierta en fugitivo. En la fría y solitaria Mar del Plata de esta época del año, trabajo, y, mientras tanto, estás, o creo que estás feliz... En junio o julio o agosto acaso me vaya a Europa. Cómo cambiaría ese desganado viaje si en París, en Roma, en Londres... dónde tú quieras, nos encontráramos."Anímense.

"Un besito de Bioy".

Actividades. Fecha de entrega: 15/10/2020

A.    Leer  el artículo y resolver.

1)      ¿Quiénes son los participantes del intercambio epistolar que menciona el artículo? ¿Qué relación tienen entre ellos? ¿De qué años data esta relación?

2)      ¿Cuáles y cuántas son las cartas que se conservan? ¿Cómo se las describe en cuanto a su materialidad y apariencia?

3)      A partir de los fragmentos de cartas que cita el artículo, ¿qué imagen nos hacemos del remitente? Transcribir algunas frases que refuercen nuestras impresiones.

4)      ¿Cómo aparece exaltada la destinataria en las cartas? ¿Qué se dice de ella?

5)      Además de sobre sus sentimientos, ¿acerca de qué otros temas escribe el remitente?

6)      Tomando como base alguno de los fragmentos subrayados, escribir una posible respuesta de la destinataria al autor de esas líneas.

 


Encuentro Meet --- Recordar.

Martes 06/10/2020 - 19:30 hs.

Acceso: meet.google.com/nnd-vuup-oyx 

Nota: Este encuentro no es obligatorio ni se tomará asistencia. Entiendo que podrá ser útil para conversar sobre los temas que estamos a trabajar y resolver las dudas y consultas que hayan tenido. Los y las espero.

Unidad Nro. 1

Escritura y vida.

Clase Nro. 4 – 29/09/2020

Actividades. Fecha de entrega: 06/10/2020

Escribimos nuestra autobiografía.

Después de haber trabajado en torno a las similitudes y diferencias entre autobiografía y biografía, les proponemos un ejercicio de escritura personal. Seguramente, a largo de nuestro paso por la escuela, en otras ocasiones, ya hemos escrito diferentes autobiografías. Sin embargo, en esta oportunidad, queremos que superar las cuestiones más básicas (de qué club soy hincha, cuántos hermanos, hijos o mascotas tengo, cuáles son las comidas que me gustan, con quiénes vivo) para animarnos a contar otros aspectos y episodios de nuestras vidas.

De esta manera, la propuesta de escritura de una página de nuestra autobiografía puede incluir, entre otras que a cada uno/a le parezcan pertinentes, las siguientes cuestiones:

        -          Qué hecho/s no olvidaré nunca de mi niñez / adolescencia.

        -          Cómo fue mi primera historia de amor / mi primer trabajo / mi regreso a la escuela...

        -          Cómo comenzó mi amistad con…

        -          Cuál fue el acontecimiento más feliz/triste/traumático de mi vida. Por qué.

        -          Qué personas influyeron en mi vida.

        -          Cómo descubriste lo que te gusta hacer, tu pasión, y qué significa para vos (tocar un instrumento musical, bailar, practicar un deporte…)

        -         Qué puedo decir sobre algún miembro de mi familia / entorno (no se trata de decir su nombre, sino de mencionar la relación, las enseñanzas que me ha transmitido, por ejemplo).

En cuanto al tono que tendrá nuestra escritura, podemos elegir ser serios o mostrarnos irónicos, como Walsh, bromistas, (auto)críticos, pero siempre intentando atrapar a nuestro lector/a para que se interese en lo que estamos contando. La extensión del texto deberá ser de al menos 20 renglones (letra Times New Roman 12) y abarcar una etapa de sus vidas o varias. Es decir, no hace falta narrar TODA la vida, sino algunos pasajes, una parte de ella.


Unidad Nro. 1

Escritura y vida.

Clase Nro. 3 - 18/09/2020.


La  autobiografía  y la biografía

En la clase anterior te  presentamos los diversos modos en que se puede contar una vida. En esta oportunidad, profundizaremos en  la biografía y la autobiografía, como géneros del “espacio biográfico”, a partir de la figura de Rodolfo Walsh.  


Para conocer más sobre la autobiografía, te invitamos a que veas el video disponible en:
 https://www.educ.ar/recursos/129462/la-autobiografia/fullscreen/fullscreen 


Leemos los textos seleccionados y resolvemos las consignas..

Texto 1:

Rodolfo  Walsh


Autobiografía            


Esta breve autobiografía, escrita en 1965, contiene claves centrales de su vida y una hoja de ruta imprescindible para seguir el itinerario que lo llevó desde una estancia patagónica en la que su padre era mayordomo hacia el periodismo, la literatura y la política.


 


Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados, y eso me gustó.

Nací en Choele–Choel, que quiere decir “corazón de palo”. Esto me ha sido reprochado por varias mujeres.

Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antigüedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.

Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1945, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba “Mar Negro”, y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero ésta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.

Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.

Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo, es no haber terminado mi profesorado en letras.

Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.

La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura aunque sí en la diversión y en el dinero. Me callé durante cuatro años más porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación Masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que en todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces.

        En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

Recuperado de:

https://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/subnotas/18-1674-2002-03-25.html

 

Texto 2:

Rodolfo Walsh

Autor: Felipe Pigna

 

¿Quién fue Rodolfo Walsh? ¿Un periodista, un escritor, un militante, un intelectual que fue más allá de ese papel? “Fui lavacopas, limpiavidrios, comerciante de antigüedades y criptógrafo”, decía él, queriendo alivianar esa imagen deshumanizada con la que se mira a los grandes humanos.

Sin embargo, para entender la vida de Walsh es necesario dividirla en dos partes. “Operación Masacre cambió mi vida. Haciéndola, descubrí, además de mis perplejidades íntimas, que existía un amenazante mundo exterior“, dijo el hombre, refiriéndose al libro que inició el movimiento periodístico-literario de la novela testimonial.

“Después de la frustración por la impunidad de la que gozaron los autores de los fusilamientos, Walsh ya no piensa en pedir justicia, sino observar que, además de permitir obtener datos y establecer la mecánica de sucesión de ciertos hechos, la investigación se ocupa de hechos límites que movilizan y ponen en cuestión compromisos, actos, ideas. La masacre de José León Suárez fue la perfecta culminación de un sistema; el caso Rosendo García desnuda la esencia del vandorismo; el asesinato de Satanowsky proyecta luz sobre el funcionamiento de los servicios de informaciones y su conexión con los grandes diarios”, dirá Osvaldo Aguirre

Walsh se había criado en el seno de una familia conservadora, de ascendencia irlandesa. Estudió en un colegio de monjas irlandesas y fue interno en una congregación de curas también irlandeses. “Tengo una hermana monja y dos hijas laicas”, se reía. A los 17 años comenzó a trabajar en la Editorial Hachette como traductor y como corrector de pruebas, y a los 20 comenzó a publicar sus primeros textos periodísticos. En 1953 publicó su primer libro de cuentos, Variaciones en rojo, con el que había ganado el Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires.

Cuando se produjeron los fusilamientos de José León Suárez, Walsh estaba trabajando en la compilación de cuentos de la Editorial Hachette. Una tarde de 1956, jugando al ajedrez en un bar de la Plata escuchó la frase “Hay un fusilado que vive”. Nunca se le fue de la mente. A fines de ese año, comenzó a investigar el caso con la ayuda de la periodista Enriqueta Muñiz, y se encontró con un gigantesco crimen organizado y ocultado por el Estado. Walsh decidió recluirse en una alejada isla del Tigre con el seudónimo de Francisco Freyre, y con la única compañía de un revolver. El 23 de diciembre Leonidas Barletta, director de Propósitos, denunció, a pedido de Walsh, la masacre de José León Suárez y la existencia de un sobreviviente, Juan Carlos Livraga.

El resto es historia conocida.

Walsh en Cuba

Antes de partir a Cuba, publicó el Caso Satanowsky, en donde evidenció que matones de la SIDE asesinaron al abogado Marcos Satanowsky debido a oscuros intereses en torno a la propiedad del diario La Razón. En la investigación dio con los culpables.

En Cuba fundó la agencia Prensa Latina junto con su colega y compatriota Jorge Masetti. Había decidido que no sería nunca más un simple observador privilegiado del mundo, sino que quería formar parte activamente de él: como jefe de Servicios Especiales en el Departamento de Informaciones de Prensa Latina, usó sus conocimientos de criptógrafo aficionado para descubrir, a través de unos cables comerciales, la invasión a Bahía de Cochinos, instrumentada por la CIA.

A Cuba fue Walsh a respirar un poco de aire libre. Sus experiencias amorosas con prostitutas cubanas fueron para él también actos de liberación. “… Después de vestirnos le digo ‘¿cuánto es?’, porque ella tiene que seguir trabajando y ella dice ‘lo que quieras’. Pero cuando le doy cinco pesos se sonríe un poco y dice ‘¿tan poco?’. Entonces invento cualquier argumento, porque no estoy resuelto a darle más, porque ahora no quiero ser engañado, ya la jauría del remordimiento y la vergüenza galopa a mis espaldas. Apenas salimos me desahogo de ella lo más pronto que puedo, y es entonces cuando empiezo a preguntarme si me habrán visto, si ella era linda o era un monstruo, y qué habrían dicho en la agencia si me vieran con una muchacha tan negra. Sí, me siento culpable de este gran acto de liberación…”

Walsh escritor

Rodolfo Walsh tuvo una tortuosa relación con la literatura, luego de haberse definido como marxista. “Soy lento, he tardado quince años de pasar del mero nacionalismo a la izquierda.” Después de publicar ¿Quién mató a Rosendo?, dijo: “las cosas cambiaron realmente en 1968, cuando la política lo ocupó todo. Entonces empecé a ser un escritor político. Mis ideas sobre la novela han cambiado”.

A Walsh le faltaba la novela para consagrarse como escritor. Pero después de Operación Masacre y de su estadía en Cuba, decidió que ya en Argentina no podía desvincularse la literatura de la política. Él ya había decidido. “Empiezo a asimilar lo básico del marxismo y mi nivel de conciencia es hoy bastante mayor. No aceptaría hoy incluir una cita de un bufón como Manucho (Manuel Mujica Láinez) en la contratapa de un libro (se refiere a Un kilo de oro) ni vacilaría en rechazar una beca en USA, etc.”

La novela era, para Walsh, algo así como la representación de los hechos. “Yo prefiero su simple presentación. (…) ¿Eso quiere decir que la novela es lo difícil de decir, lo que se resiste a ser dicho? ¿Lo que me compromete más a fondo? Otra variante que he pensado es que la novela es la última forma del arte burgués, y por eso ya no me satisface”.

Ese mismo año, en Madrid, Perón le presenta a Raimundo Ongaro, Secretario General de la CGT de los Argentinos, y el 1º de mayo aparece el semanario CGT, que funda y dirige por expreso pedido de Perón. En 1969 empieza a militar en el Peronismo de Base. “No le entiendo nada -dijo Ongaro luego de leer unos escritos suyos- ¿Escribe para los burgueses?” “Me molestó porque sé que tiene razón”, escribió Walsh, luego de este hecho.

Walsh militante

En 1973 comenzó a militar en la organización Montoneros con el grado de Oficial 2° y el alias de Esteban. Creó un sector del Departamento de informaciones de Montoneros y fue su responsable. Junto a su amigo, el poeta Francisco Paco Urondo, participa como fundador y redactor de Noticias. Este diario presentaba los puntos de vista de Montoneros. A principios de 1974, dejó constancia por escrito de sus diferencias de concepción, tácticas y estrategia con la cúpula de Montoneros, en un último intento de cambiar el rumbo, que, de seguir así, llevaba a una segura derrota. No fue escuchado. “Nosotros le decíamos traidores a ellos, a los Vandor, a los Matera, a los Remorino. Pero los traidores éramos nosotros. Porque Perón siempre los apoyó a ellos.”

Bajo el golpe de Estado encabezado por Jorge Videla, creó la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA). “Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información.”

El 29 de septiembre de 1976 murió en un enfrentamiento su hija Vicki. Tenía 26 años, una hija y era militante de Montoneros. Murió también su amigo Paco Urondo en Mendoza, perseguido por fuerzas militares conjuntas.

El 24 de marzo al cumplirse un año de la dictadura, envió su famosa Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar a las redacciones de los diarios. Nadie la publicó. El 25 de marzo, entre las 13.30 y las 16.00, Walsh fue secuestrado por un grupo de Tareas de la ESMA, comandado por el oficial de Inteligencia García Velasco. Sobrevivientes de la ESMA le acercaron a su hija Patricia Walsh una versión de lo sucedido. Según esa versión Rodolfo debía ser tackleado por el oficial de Marina y ex rugbier Alfredo Astiz, quien falló en su intento. Esto generó una momentánea confusión que permitió a Rodolfo gatillar el revólver calibre 22 que guardaba en la entrepierna. Así hirió a uno de sus agresores, que quedó rengo. A fines del ’77 ese hombre fue galardonado con una medalla en una ceremonia secreta de la ESMA.

El 25 de marzo de 1977 asesinaron al hombre que decidió para siempre ser “fiel al compromiso de dar testimonios en tiempos difíciles”.

Recuperado de: https://www.elhistoriador.com.ar/rodolfo-walsh-por-felipe-pigna/

Actividades. Fecha de entrega: 25/09/2020

a) Leer el primer texto y responder:

1)      ¿Cómo se compone la familia de Rodolfo Walsh?

2)      ¿Encontrás en el texto algunas notas de humor o de autoironía? En caso afirmativo, transcribir dos pasajes que tengan estas características.

3)      ¿Qué trabajos menciona que realizó? ¿Cómo se refiere a cada uno de ellos?

4)      ¿Qué nos cuenta de sus padres?

5)      ¿Cómo fue su relación con la escritura? ¿Qué razones lo alejaron de ella en diversos momentos de su vida?

6)      ¿Qué definición nos ofrece de la literatura?

b) Leer la biografía escrita por Pigna y escribir un texto explicativo  en el que se dé cuenta de las diferencias que pueden establecerse con la autobiografía.

Requisitos:

·         Adecuación al tipo textual indicado.

·         Extensión mínima 150 palabras.

·         Inclusión de  una cita como recurso de ejemplificación.

 

Si te interesa saber más sobre este periodista y escritor, podés ver el video: “Rodolfo Walsh, reconstrucción de un hombre”.

http://encuentro.gob.ar/programas/serie/8073

 

 


Encuentro Meet --- Recordar.

jueves 17/09/2020 - 19:30 hs.

Acceso: meet.google.com/zpo-ittd-jki

Nota: Este encuentro no es obligatorio ni se tomará asistencia. Entiendo que podrá ser útil para conversar sobre los temas que empezamos a trabajar y resolver las dudas y consultas que hayan tenido. Los espero.


Unidad Nro. 1

Escritura y vida.

Clase Nro. 2 - 08/09/2020.

¿Cómo se puede contar una vida?

En esta Unidad de Lengua y Literatura vamos a reflexionar y a trabajar con algunos de los diversos géneros literarios que se utilizan para contar una vida: la propia vida. Es decir, vamos a leer con atención los distintos modos en que alguien puede escribir sobre sí mismo. De todos los temas que han sido y son materia y tema de la literatura, el “yo” es sin dudas uno de los que mayor cantidad de textos y variedad de formatos ha generado a lo largo de las últimas décadas.

Antes de continuar, es lógico realizarnos algunas preguntas: ¿Quién puede escribir sobre su vida? ¿Qué podemos o debemos escribir de ella? ¿Solamente aquello que es excepcional o cualquier cosa que nos suceda o nos interese? ¿Cómo organizamos y presentamos esa narración? ¿Hay una sola manera de hacerlo? Y también, por qué no… ¿a quién puede interesarle una narración de mi existencia?

Cualquiera que se aventura a escribir sobre su vida, acerca de su vida, va a convertir en lenguaje, en narración, acontecimientos pasados que pertenecen al orden de lo vivencial. Es decir: nos pasan cosas, amores, peleas, desengaños, hechos inusuales, encuentros comprometedores, sensaciones raras, entre otras. Todos los días, a todos y a todas. Eso que nos sucede es lo que llamamos “vivencias”. Situaciones que ocurren, que vivimos o sentimos, que disfrutamos o padecemos. Pero, en el momento en que decidimos contarlas, volverlas lenguaje, se produce un pasaje de la “vivencia” a la “experiencia”: la vivencia que se ha convertido en un relato que se cuenta, de manera oral o escrita, a alguien, a otro u otra, o a nosotros mismos.

Al realizar ese pasaje, la persona que va a contar o a escribir, debe tomar una serie de decisiones retóricas y discursivas para organizar su narración. Debe responder(se) preguntas como: ¿qué orden le daré a lo que cuento? ¿A qué forma o a qué género recurriré para estructurar mi relato? ¿Qué contaré de manera explícita y qué prefiero sugerir o disimular o excluir directamente de mi narración? ¿Quién va a leer lo que escribo, a quién se lo estoy dirigiendo?

Como puede verse, es una cuestión sumamente compleja y problemática. Sin embargo, muchas veces, estas decisiones se toman intuitivamente, sin demasiada reflexión crítica sobre las implicancias y efectos que tienen. Porque… ¿quién no ha escrito un diario íntimo sin pensar en todo esto? O, para ser más actuales, ¿quién no ha subido una “historia” a Instagram o escrito una publicación relatando algo que le sucedió en Facebook, sin plantearse problemas teóricos sobre cómo contar? Indudablemente, en estos casos también estamos contando algo sobre nosotros mismos, estamos haciendo una narración sobre nuestro “yo”. 

 

El problema de la identidad.

En estas escrituras ocupa un lugar central la cuestión de la identidad. A diferencia de lo que sucede en los cuentos o novelas escritas con un narrador en primera persona, en estos textos, quien dice “yo” en el relato coincide y se corresponde con el “yo” autoral. De este modo, el “yo” es a la vez esa persona de existencia real que produce el texto y ese “yo” tiene una identidad extraliteraria, en la “realidad”. En otras palabras, quien dice “yo” en la escritura tiene como correlato a un individuo que de verdad existe. Como vos y como yo.

A partir de este rasgo de identidad, la estudiosa Leonor Arfuch reúne a un conjunto de géneros heterogéneos en lo que denomina “espacio biográfico”. En ellos, algunos de los puntos en común entre todos son: la apelación a la autenticidad (lo que se cuenta es “verdadero”), el anclaje a la realidad (aquello que cuento de verdad pasó), la ilusión de acceder a la noticia de modo directo o de descubrir una verdad, el retorno del sujeto (dueño de la palabra) a la escena.

 

¿Cuáles son los géneros que forman parte de ese “espacio biográfico”?

Autobiografía

Es la narración de una vida o de partes de ella, escrita por el propio protagonista. En ella presenta diversos momentos y situaciones, desde su nacimiento, su infancia, sus logros, sus fracasos, sus aventuras, y cualquier acontecimiento relevante que haya vivido o a que haya asistido. La autobiografía puede escribirse como forma de autojustificación, como búsqueda trascendente del sentido de la vida, como ejercicio de individualidad que crea cada vez su propia forma; pero también como un relato ficticio cuya "autenticidad" estará dada solamente por la promesa que sus signos paratextuales ─"autobiografía"─ hacen al hipotético lector.

Se diferencia de la biografía porque en esta alguien narra la historia de la vida de otra persona, en pleno sentido desde su nacimiento hasta su muerte, consignando sus hechos logrados y fracasos.

Diario

El diario personal es un subgénero de la autobiografía. Se trata de un texto que, de manera fragmentaria y con el registro de la fecha, suele destinarse a una lectura interior y privada de quien lo confeccionó, aunque muchos lo escriben pensando en un lector hipotético. El diario cubre el imaginario de libertad absoluta, cobija cualquier tema, desde la insignificancia cotidiana a la iluminación filosófica, de la reflexión sentimental a la pasión desatada.

Cartas y correspondencia

Una carta es una pequeña pieza literaria que obviamente tiene autor y receptor como cualquier otra. Un primer elemento de especificidad es que la carta, como texto que pertenece al género literario epistolar, tiene tres lectores: el propio autor, el destinatario de la misma y los lectores anónimos. Una carta también ocupa unos espacios y tiene una estructura que difiere de otros géneros. Toda carta lleva fecha, encabezamiento, texto, fórmula de despedida, etc. Estos son algunos aspectos técnicos que conviene tener muy en cuenta. En una carta, a su vez, se propone un diálogo con el receptor de la misma y se supone que en ella hay referencias y guiños que quedan lejos de la comprensión de los lectores que no son los destinatarios verdaderos de estas cartas.

Memorias

Aquel relato que de una forma más o menos fiable describe los hechos y acontecimientos que el autor ha vivido como protagonista o testigo. La distinción entre “memorias” y “autobiografía” no está clara, aunque se afirma que una autobiografía es un relato de la vida de una persona en orden cronológico, tal como la escriben, mientras que una memoria se refiere a un momento o evento específico en la vida de una persona y en su propia versión.

Autoficción

A diferencia de la autobiografía, en la autoficción el pacto con el lector presupone que lo que cuenta el narrador es en parte cierto y, en parte, como nombres de otros personajes y lugares, pueden encontrarse modificados. No así el nombre del narrador que debe coincidir con el del autor.

Podría decirse que el pacto con el lector es un pacto ambiguo, que se basa en el préstamo de ciertos aspectos de dos pactos de lectura específicos: el autobiográfico y el novelesco.

El pacto autobiográfico establece que los datos que un autor escriba en un texto sobre su vida son verdaderos, el pacto novelesco establece, de hecho, lo contrario, ya que el novelista se distancia y se invita tácitamente al lector a que lea el texto como si fuera verdadero (verosimilitud), pese a que sea consciente de esta simulación. En el pacto ambiguo de la autoficción el escritor no dice necesariamente la verdad, aunque hable de sí mismo.

 

 

Actividades. Fecha de entrega: 17/09/2020.

Luego de la lectura de esta clase, vamos a responder las siguientes consignas.

1) ¿Qué diferencia se plantea entre “vivencia” y “experiencia”?

2) ¿A qué género literario de los trabajados en la Unidad Nro. 1 considerás que pertenecen la autobiografía, las memorias y la autoficción?

3) ¿A qué se denomina “espacio biográfico”?

4) Responder si las siguientes afirmaciones son Verdaderas (V) o Falsas (F)

4.1) En las novelas y cuentos quien dice “yo” en el relato coincide y se corresponde con el “yo” autoral. (……)

4.2)  Una autobiografía es la narración de una vida o de partes de ella, escrita por el propio protagonista. (……)

4.3) Por lo general, tanto el “diario” como las “cartas” tienen un registro exacto de la fecha. (……)

4.4) En la “autoficción” el lector está invitado a creer que el autor está contando todo exactamente del modo en que sucedió, sin hacer alteraciones. (……)

 

 




Unidad Nro. 1

Escritura y vida.

Clase Nro. 1 – 28/08/2020

Presentación.

Para empezar con el tema central del Programa, los invitamos a leer un fragmento del siguiente texto y responder, luego, las consignas que se proponen.

 

Relato autobiográfico y subjetividad.

María Gutiérrez Fernández

Adentrarnos en la revisión de lo autobiográfico me lleva a pensar en la escritura como un acto esencial para re-construir, re-crear, re-narrar la propia existencia y, al hacerlo, esbozar una voz propia. Hallar una voz que reivindique la unicidad que nos distingue es para mí una opción que bien vale la pena aventurar. Es probable que el acto de escribir en solitario, se convierta en una necesidad de dejar bajo la forma testimonial algo de nuestra singularidad “¿Una pretensión por rescatar la ilusión de la eternidad?” (Lejeune, 1975; citado por Arfuch, 2002, p. 45). Arfuch al acoger la expresión de Lejeune sobre espacio biográfico muestra la trascendencia del relato como una posibilidad de construir un contexto de interacción particular en el que la acción conversacional propia de la autobiografía, entrevistas o afines conduce al rescate del testimonio del otro, a reconocer su presencia o cercanía. Sostiene que el espacio biográfico nos lleva a la narración para darle un sentido a la propia vida, pero también, al otro, como interlocutor necesario para el conocimiento de uno mismo. En esta relación dialógica se da la construcción de la identidad y la alteridad, una suerte de moneda con sus dos caras inseparables: la individual y la colectiva. Aprecio que el relato autobiográfico, puede asumir claros tonos de legitimar lo que somos y, al mismo tiempo, ser una manifestación, si se quiere, artística, digna de ser explorada. Una expresión del arte de vivir puesto en el tejido de una prosa que habla por sí misma, cuando ésta encuentra una voz que le haga decir y decirse con cierta sensibilidad que cada vida por simple o vacía que nos parezca, vale la pena ser contada, sin grandes pretensiones de alcanzar la ilusión de la eternidad. Revelar para sí mismo lo que se es, lo que se ha sido y lo que se desearía ser, convierte la experiencia personal en una constante búsqueda por penetrar las palabras que signifiquen, bajo ciertos signos, lo que creo ser, lo que me constituye, lo que proyecto de mí mismo, lo que me hace singular, irrepetible. Relatar para sí mismo, es también contar con la eventualidad de descubrir un espacio oculto que nos llama con una fuerza inusitada, una especial atracción por adentrarnos en los intersticios privados de nuestro ser para responder interrogantes, compartir nuestras perplejidades, como diría Larrosa (2005) y en ese recorrido, encontrarse consigo mismo y con los demás. Pensar el relato autobiográfico como una oportunidad de reivindicar lo que se es, a través de la construcción de una narrativa que sirva de hilo conductor de la propia historia, constituye para mí una excusa valiosa que no se riñe con las intenciones pedagógicas ¿una alternativa de rescatar lo singular?, ¿de revelar, afinar y explorar lo que el lenguaje nos tiene reservado para hallar una voz propia?

Comparto la idea de Madriz (2004), estudiosa del tema, en cuanto a que en el ejercicio narrativo, el estudiante descubre un lugar para pensar-se, decir-se, escribir-se. Ciertamente es así, sin embargo, no deja de asaltarme, junto a mis alumnos, la inquieta discusión acerca de qué relatar, cómo relatarlo, he aquí la piedra angular que merece especial atención por parte de quien escribe. Sabemos que el carácter subjetivo del espacio privado se constituye en la principal fuente de la materia a escribir. Por tanto, las reconstrucciones que realice cada quien sobre su realidad, serán sin duda, diferentes en cada caso. Le exigirán ponerse en perspectiva con su propia subjetividad. Nadie le va a indicar qué escribir, cómo escribirlo y, mucho menos, con qué lenguaje escribirlo. Creo que aquí reside una experiencia interesante en torno al lenguaje para resignificar la existencia, en la que la incertidumbre develará, una vez elegidas las palabras necesarias, lo que hay por decir y decirse (Larrosa, 2005).

Hablar desde lo que se es, sin pretensión de reinventar otra manera de ser, es un acto legítimo para distanciarse y comprenderse a sí mismo y, desde esa perspectiva, alcanzar una mayor cercanía con lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que pensamos, lo que no entendemos y, para lo cual, muchas veces no siempre hallamos explicación. Significa también un acto de comprensión del otro. Una entrada al espacio subjetivo del otro ¿acaso no son estos encuentros los que nos identifican? ¿los que nos diferencian y distinguen? ¿los que nos hacen valorar lo que somos en un plano en el que la subjetividad se impone como un rasgo que le otorga sentido a nuestras vidas?

Al tratar de reseñar de qué hablamos cuando nos referimos a la autobiografía como escritura personal encontramos en Laguna (2005) un acercamiento de nuestro interés en tanto que la considera una forma de literatura de lo íntimo, que indaga en lo personal sobre temas vinculados con la existencia de la persona, su manera de ser, sus sentimientos, sus ideas. Precisa, que esta forma de expresión puede adoptar modos distintos al escribirse los cuales responden a los diferentes propósitos del escritor y a las diversas lecturas que puedan interesarle a un lector. Sobre las distintas intenciones del escritor como autor real de la obra, aclara que se pueden dar dos modalidades, si el referente es el propio autor, encontramos: autobiografías, memorias, biografías, epistolarios, confesión, autorretratos, diarios y, si el referente no es el autor, como en el caso de obras ficticias, vemos novelas, poemarios, otros. En su ensayo hace una serie de distinciones y caracterizaciones polémicas de la autobiografía que suscita su definición en el campo de la literatura. Sorteando estas discusiones, he querido tomar los rasgos generales que Laguna sugiere (basada en Romera: 1981; p. 14), como elementos presentes en la primera modalidad, los cuales la caracterizan y distinguen de otras obras constituyéndose así en un género literario. Estos rasgos diferenciadores los hemos manejado con los estudiantes al momento de narrar sus vidas, varios de ellos se pueden valorar en la textura de los fragmentos que presento a lo largo de este artículo: la presencia del yo del escritor como referencia de su existencia, la narración como discurso predominante, el tejido de una narración sincera, sino plenamente íntegra, sí parcialmente, el manejo de una extensión variable, así como el pensar a un receptor como testigo imprescindible de la lectura de su texto, el empleo de la segunda o tercera persona.

 

Actividades para realizar luego de la atenta lectura del texto. Fecha de entrega: 04/09

        1)      ¿Por qué sería importante encontrar la propia voz?

        2)      Según la autora del texto, ¿cuál es la utilidad de “hablar de lo que se es”?

        3)      ¿Por qué se considera a la autobiografía como “una escritura de lo íntimo”?

        4)      ¿En qué sentido la autora afirma que escribir sobre uno mismo ayuda a comprender al otro?

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Volver, ¿pero a dónde? - 19/08/2020

Hola a todos/as.

Mi nombre es Federico Ferroggiaro y soy el profesor de Lengua y Literatura de 5to. año.

Volvemos a “encontrarnos”, o lo hacemos por primera vez, para empezar a transitar juntos/as el camino para terminar quinto año de la escuela secundaria. Además del desafío que esto representa, los tiempos actuales nos suman dificultades para que, al lograr nuestro objetivo, sintamos una mayor satisfacción. Seguramente.

Sin embargo, ahora, nos cuesta no pensar o resistirnos a sentir incertidumbre, dudas, temores. Volvimos a la escuela… ¿pero a dónde volvimos? Sabemos, por nuestras vivencias, “que la escuela es presencial o no es escuela”. Entonces…

¿A dónde volvimos?

Para responder, escribimos un breve texto que resuma qué pensamos y sentimos que es la escuela que estamos recomenzando.

¿Cómo nos sentimos hoy, después de tantos meses de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio?

Para responder, podemos:

a)      Enviar una fotografía o imagen.

b)      Escribir palabras sueltas que den cuenta de mis sensaciones y sentimientos.

c)       Escribir un breve texto contando cómo me siento hoy.

¿Cómo se sienten las personas que están conmigo, después de tantos meses de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio?

Para responder, podemos elegir a una persona que forma parte de nuestro entorno y:

a)      Enviar una fotografía o imagen, con la autorización de dicha persona, que la presente como vos la ves hoy.

b)      Escribir palabras sueltas que den cuenta de sus sensaciones y sentimientos.

c)       Escribir un breve texto contando cómo se siente hoy.

Fecha de entrega: jueves 27 de agosto.

Por último, en el siguiente link hay una encuesta que me permitirá tener datos sobre ustedes y la disponibilidad de recursos tecnológicos con los que cuentan.

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfhE4HMM7atL4Atyt82kZCjS59wts3ZSa9Jd4DjsUNRJdKfzA/viewform?usp=sf_link

Enviar las respuestas a: fgferroggiaro@yahoo.com.ar / 341-5-623241.

Gracias por estar ahí y nos mantenemos comunicados.

Federico Ferroggiaro.

Lengua y Literatura – 5to. año.

PD: Los días martes o jueves de cada semana iré enviándoles los materiales de trabajo que iremos desarrollando. Recuerden escribirme al mail o al Whatsapp con sus dudas y/o consultas. Para aprobar la materia, deberán entregar y aprobar el 70% (o más) de los trabajos que se soliciten en los plazos estipulados. En caso de no haber alcanzado la aprobación directa, se realizará un trabajo práctico integrador al final del cursado.

 

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